En mi vida hay una estación llamada amor. Suele pasar de
largo por los paisajes de mi imaginación, sus puertas son de maderas nobles, es
difícil encontrar cerraduras, y las llaves que descansan a sus pies, son
invisibles.
Nunca lamento lo vivido, echo de menos los minutos que podré
vivir mañana, me asomo a ventanas imaginadas, me pierdo en perfiles que sólo yo
sé dibujar.
Quisiera definirlo en cien palabras, pero no estás tú cuando
recuerdo cien miradas tuyas entre sus letras, y me acostumbro a abrazarme a mí
misma; siempre hay un hueco para ti, aunque el viento ya no sea capaz de
posarse en tus labios, son los besos que nunca me diste, los que se pierden en
aquel amanecer que me negaste.
Descanso y reposas, te niego y me recuerdas, yo vivo, tú
temes la vida sin mí, y olvidas que mañana no estaré junto a ti.
Y ahora voy a verte a aquella estación llamada amor, que
pasa de largo en mi imaginación.