miércoles, 8 de junio de 2011

Yo




Era más que un callejón sin salida. Resultaba fácil fijarse en los detalles, ésos que pasan desapercibidos cuando un muro mata el callejón; entonces los píes no avanzan, se desdibuja el horizonte que a pesar de todo, continúa al alzar los ojos por encima del muro, la mirada es ciega ante el miedo.

Entre sus manos reposa un deseo, es tan fuerte, que trepa desde la oscuridad hacia el muro, el miedo resbala, el callejón resulta fácil de trepar, no hay obstáculos, la lucha es dulce cuando se esconde en el brillo de sus ojos.

Ahora entre el mar y las montañas de su imaginación, está él, le siente único, como colorido integrado al paisaje que está más allá del muro, ya no hay descanso, y aunque haya lágrimas, nadie se puede subir en marcha a su tren, es un viaje que hace ella sola, sin mirar atrás, con sus manos libres, hasta que él se de cuenta que debe cogerlas.

Se acordó que amar implica dejar a los demás en libertad, y entre sus manos guardó como un tesoro, el sentimiento que implica un beso robado; todo puede morir después, y todo puede resucitar en apenas unos segundos, sobre todo cuando ves el final del muro que nadie se atreve a trepar.

He visto un amanecer limpio de egoísmo con sus colores jugando entre mis dedos, veo un lienzo en blanco inacabado para dibujarte en él.

No soy nada, no soy nadie, y soy todo si sé lo que siento.

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